‘¡Abajo las armas!’, la novela antibélica de Bertha von Suttner, la primera mujer que ganó el Nobel de la Paz

Arthur y Bertha
Aunque no es hoy día todo lo conocida que merecería, Bertha von Suttner fue una de las personas más influyentes del movimiento pacifista de finales del XIX y principios del XX; y su obra ¡Abajo las armas!, la novela de guerra más importante en lengua alemana hasta la aparición de Sin novedad en el frente. Hoy, en el aniversario de su fallecimiento, queremos recordarla. 

Bertha Kinsky (que luego sería más conocida por su apellido de casada, “von Suttner”) disfrutó de niña el envidiable mundo de comodidades de la alta nobleza. Nació, en 1843, ya como condesa –tras heredar el título de su padre, que había fallecido poco antes de que ella llegara al mundo-, y como tal, fue educada, a los cuidados de un tutor que había formado parte de la corte austriaca y que le enseñó también alemán, francés, italiano e inglés. Pronto, además, llegó a dominar el piano, al punto de que los familiares veían en ella a una futura músico que quizá podría hacer carrera con ello.

Sin embargo, su mundo perfecto se vino abajo en su juventud. Y es que su madre, adicta al juego y a los lujos, acabó dilapidando la fortuna de su esposo, lo que obligó a Bertha a buscar trabajo, abandonar su espacio de confort, y conocer un mundo al que apenas se había asomado. Tenía, eso sí, buenos contactos, una buena formación y un gran apellido; así que empezó a trabajar como institutriz y maestra de las hijas del barón Karl von Suttner. Aunque la madre prefería otra solución: casarla con un pretendiente que fuera adinerado. Porque solo así podría devolver a la familia a sus glorias y lujos pasados.

Sin embargo, cuando esta creyó encontrarlo, y ya empezaba a planear el casamiento, Bertha se negó a seguirle el juego. Y todo, porque quería escuchar a sus sentimientos. Como romántica e idealista que era, se había enamorado del hermano mayor de las señoritas que cuidaba, el conde Arthur Gundaccar von Suttner. Que, daba la casualidad, era un joven tan romántico e idealista como ella, pues, también prendado de ella, quiso estar a su lado aún a sabiendas de que eso le podía dar graves problemas. De hecho, cuando supo de los deseos de su hijo, la madre de Arthur decidió despedir a su institutriz, compensándole al buscarle un trabajo en la casa del mismísimo Alfred Nobel (ello, por cierto, permitió que ambos a partir de entonces iniciarían una buena amistad que mantuvieron hasta sus últimos días).

Pero aquel movimiento llegó demasiado tarde. La pareja, que no deseaba silenciar sus pasiones, se terminó casando el 12 de junio de 1876, en secreto y sin querer escuchar los consejos de los suyos. ¿La consecuencia? Poco después los von Suttner desheredaron a Arthur. A fin de cuentas, parecían decirle, ya que se había casado con una mujer sin dinero, él tampoco debía tenerlo.

Con las puertas cerradas, la pareja decidió marchar al Cáucaso, en donde vivirían nueve años de amor que, en sus inicios, convivieron con unas cuantas dificultades económicas. Así, vivieron de dar clases de idiomas y música, hasta que se introdujeron en el ámbito del periodismo y empezaron a tener cierto éxito. Más aún, después de que ambos se entusiasmaran con los nuevos movimientos pacifistas que iban recorriendo el mundo y comenzaran a escribir en pro de los mismos, él, novelas, y ella artículos que escribiría bajo el seudónimo de “B.Oulet”. Y, a partir de ese momento, las cosas comenzaron a sonreírles e, incluso, Arthur logró reconciliarse con su familia. De hecho, cuando decidieron regresar a Austria, en 1885, ambos gozaban ya de gran éxito por sus obras.

Fue en este momento cuando Bertha decidió escribir una novela que aportara su punto de vista al movimiento pacifista. El resultado fue la histórica ¡Abajo las armas!, de 1889, la principal novela de corte bélico publicada en lengua alemana que hubo hasta la aparición de Sin novedad en el frente. Una obra que tenía la originalidad de ofrecer el dolor y los sentimientos de las mujeres que quedaban solas y veían como sus maridos, padres e hijos marchaban a la guerra. Y que se preguntaban por esa sinrazón, el porqué de sus pérdidas y las injusticias

A partir de entonces todo se precipitó. ¡Abajo las armas! se convirtió en un éxito que, rápidamente, empezó a traducirse a varios idiomas, y del que incluso llegó a prepararse una adaptación para el cine que se estrenaría en 1914. Fue, además, un nuevo impulso para la carrera de Bertha, que siguió, junto a su marido, su actividad, hasta lograr en 1905 ganar el Premio Nobel de la Paz, convirtiéndose así en la primera mujer en conseguirlo en esa categoría (dos años atrás Marie Curie había logrado el de Física). Lo vivió, sin embargo, con una amargura, pues en aquel momento hacía poco que había fallecido su marido Arthur, pérdida que, incluso, le había llevado a plantearse si merecía la pena continuar aquella lucha sin él, pero al final, y más tras esa concesión, decidió seguir.  Y así, dedicó los últimos años de su vida a defender todos los movimientos pacifistas y todas las causas que vio justas, implicándose especialmente en los grupos que apelaban a los derechos de las mujeres.

Bertha murió el 21 de junio de 1914. Consciente de que en aquel momento, pese a todo lo que había defendido, Europa parecía caminar hacia una guerra. Solo una semana después sería asesinado el archiduque Francisco Fernando y comenzaría a fraguarse un clima de fervor patriótico y bélico que posibilitaría el estallido de la Gran Guerra. Cuando los soldados europeos acudieron al combate, inundados de fervor patriótico, dejando de lado sus ideologías y convencidos de que aquella iba a ser una guerra corta y gloriosa.

El tiempo, sin embargo, les demostró que se equivocaban. Y muchos comprendieron, de primera mano, todo lo que había escrito Bertha en sus artículos. Y ¡Abajo las armas! Recuperó de nuevo su valor. Especialmente,  para muchas madres, esposas, novias e hijas de soldados caídos que encontraron en su lectura un modo de aminorar su tristeza.