Dos cuentos de Charles Perrault que Disney tergiversó: ‘La bella durmiente’ y ‘La cenicienta’

Retrato de Charles Perrault, por Charles Le Brun (Wikipedia)

Cuando hoy día pensamos en los cuentos de La bella durmiente o Caperucita Roja tenemos en mente la versión que de ellos se difundió en el siglo XX, especialmente a través de las películas de animación de Walt Disney. Sin embargo, las historias originales resultaban mucho más escabrosas, como demuestra la lectura de Cuentos de Mamá Ganso, de Charles Perrault.

Charles Perrault acababa de abandonar su trabajo en la corte de Luis XIV cuando decidió escribir la obra que habría de darle fama. Hasta ese momento había sido uno de los hombres de confianza del rey y su presencia se había dejado notar en los más variopintos asuntos, pues además de labores de funcionario había sido consejero, participando, incluso, en asuntos tan triviales como la decoración de los jardines del Palacio de Versalles. Sin embargo, su salida del puesto le obligó a reinventarse y, consciente de sus dotes para literatura, optó por probar algo totalmente nuevo para él: realizar un libro de cuentos tomados de la tradición oral, dándoles su estilo personal y un sentido educativo y moralizante. El resultado fue el clásico Cuentos de Mamá Ganso, de 1697, en donde plasmó las historias, hoy sobradamente conocidas, de El Gato con Botas, Barba azul, La Cenicienta, Pulgarcito, Caperucita Roja y La Bella durmiente.

El libro tuvo un éxito inmediato y se convirtió en uno de los textos educativos más conocidos de los niños. Allí se ponderaban valores como la valentía y la lealtad, y se advertía a los más jóvenes de los peligros que podían correr en el mundo, demostrándoles la necesidad de ser juiciosos y prudentes. Aunque, con el pasar de los tiempos y las nuevas mentalidades sus historias fueran quedando obsoletas hasta resultar, hoy día, poco atractivas –e incluso crueles- para las actuales generaciones. No en vano, lo narrado allí choca demasiado con nuestras mentalidades.

DOS CUENTOS. CAPERUCITA ROJA Y LA BELLA DURMIENTE

Imagen de La bella durmiente, de Disney (1959)

Sucede, por ejemplo, con dos de los títulos más conocidos, Caperucita Roja y La bella durmiente. Así, del primero de ellos basta señalar que, con Perrault, no hay ningún cazador que salve a su famosa protagonista. Al final el lobo la devora tras convencerla de que entre, desnuda, en su cama, aunque igual su autor incluya elementos cómicos como esa escena en donde Caperucita se sorprende al observar el aspecto de su “abuela” sin ropa. Pero, pese a sus intenciones, el cuento horrorizará a todo aquel que hoy desee encontrar una historia para niños.

Tampoco el cuento de La bella durmiente resulta apto para todos los públicos. Aquí, como sabemos, la bella se queda dormida durante cien años y, al despertar (no por efecto de un beso, por cierto), ella y el príncipe se enamoran. Sin embargo, la trama no acaba con su boda, pues continúa hasta dar un final muy distinto al hoy conocido. Así, la pareja tiene dos hijos, pero cuando la madre del príncipe –la reina- los conoce, siente un total rechazo hacia ellos. Tanto que cuando tiempo después el príncipe sale de la corte, la reina decide urdir un plan para comerse a sus propios nietos. Por suerte, el cocinero encargado de dárselos le engaña y le da carne de res haciéndole creer que los niños. Al final, esta descubre la treta e intenta capturarlos para lanzarlos a una olla llena de alimañas, pero, como todo le sale mal, es ella quien se arroja dentro, muriendo devorada. Una historia, desde luego, digna de otro cuento igual de cruel: Hansel y Gretel.

CLÁSICOS ADAPTADOS… DESDE EL MEDIEVO

Portada de La Cenicienta, en una versión publicada hacia 1930

Son estos dos textos los que seguramente más evidencian el paso del tiempo, aunque todos los Cuentos de Mamá Ganso tienen elementos capaces de sorprendernos. Y esto, a pesar de que el mismo Perrault ya los había censurado previamente, pues no quiso plasmar detalles llamativamente escabrosos incluidos en las versiones de la tradición oral. Como, por ejemplo, aquel en donde el lobo daba de comer a  Caperucita Roja la carne de su propia abuela o un pasaje de La bella durmiente en donde el príncipe violaba a la bella y la dejaba embarazada.

Lo que está claro es cómo la lectura de Perrault demuestra el cambio de la sociedad y la moral en los últimos siglos, ofreciéndonos, además, un espejo en donde observar nuestro propio tiempo. Algo que, cada vez más, está sucediendo con las versiones clásicas de Disney, pues cada vez resultan más contradictorias con los tiempos actuales, de allí las revisiones que de sus historias se han hecho en los últimos años (la última, dedicada a La sirenita, es un buen ejemplo). Es el resultado de algo habitual en la literatura: la capacidad de repetir viejas historias dándoles un barniz de modernidad en aras de su propia supervivencia.