Siete poemas de Dulce María Loynaz

Dulce Maria Loynaz (Instituto Cervantes)

(La Habana, 10 de diciembre de 1902 – Ibidem, 27 de abril de 1997)

Comenzó a publicar sus obras con tan solo 17 años. Se doctoró en Derecho Civil por la Universidad de La Habana en 1927. Su casa fue en los años treinta uno de los centros de la vida cultural de la ciudad, y a ella acudieron intelectuales y artistas como Federico García Lorca, Juan Ramón  Jiménez, Alejo Carpentier o Gabriela Mistral. En 1947 publicó Juegos de agua, aunque fue a partir de 1950, gracias a los contactos editoriales con España, cuando empezaron sus obras a extenderse de forma importante. Así, de este periodo son Jardín (1951, aunque la escribió entre 1928 y 1935), obra de la que Gabriela Mistral dijo que era el "mejor repaso” de idioma español que había hecho en mucho tiempo, Carta de amor al rey Tut-Ank-Amen (1953), Poemas sin nombre (1958) o el libro de viajes Un verano en Tenerife (1958), resultado de su grata experiencia por estas islas. Consideró, de hecho, España como una segunda patria. Tras unos años de retiró publicó Poesías escogidas (1984) y Bestiarium (1991), además de un libro en prosa, Fe de vida (1994), de carácter autobiográfico.

Su obra forma parte de la poesía intimista femenina latinoamericana y ofrece algunos de los ejemplos más bellos que ha dado la poesía en lengua castellana. En 1992 ganó el Premio Miguel de Cervantes y, al siguiente, recibió la Orden Isabel La Católica y el Premio Federico García Lorca.

 

SI ME QUIERES, QUIÉREME ENTERA

Si me quieres, quiéreme entera,
no por zonas de luz o sombra...
Si me quieres, quiéreme negra
y blanca. Y gris, y verde, y rubia,
y morena...
Quiéreme día,
quiéreme noche...
¡Y madrugada en la ventana abierta!

Si me quieres, no me recortes:
¡Quiéreme toda... O no me quieras!

 

DESEO

Que la vida no vaya más allá de tus brazos.
Que yo pueda caber con mi verso en tus brazos,
que tus brazos me ciñan entera y temblorosa
sin que afuera se queden ni mi sol ni mi sombra...

Que me sean tus brazos horizonte y camino,
camino breve y único horizonte de carne:
que la vida no vaya más allá... ¡Que la muerte
se parezca a esta muerte caliente de tus brazos!...

 

EN MI VERSO SOY LIBRE

En mi verso soy libre: él es mi mar.
Mi mar ancho y desnudo de horizontes...

En mis versos yo ando sobre el mar,
camino sobre olas desdobladas
de otras olas y de otras olas... Ando
en mi verso; respiro, vivo, crezco
en mi verso, y en él tienen mis pies
camino y mi camino rumbo y mis
manos qué sujetar y mi esperanza
qué esperar y mi vida su sentido.

Yo soy libre en mi verso y él es libre
como yo. Nos amamos. Nos tenemos.

Fuera de él soy pequeña y me arrodillo
ante la obra de mis manos, la
tierna arcilla amasada entre mis dedos...
Dentro de él, me levanto y soy yo misma.

 

TIEMPO

1
El beso que no te di
se me ha vuelto estrella dentro.
¡Quién lo pudiera tornar
-y en tu boca...-otra vez beso!


2
Quién pudiera como el río
ser fugitivo y eterno:
Partir, llegar, pasar siempre
y ser siempre el río fresco...
 

3
Es tarde para la rosa.
Es pronto para el invierno.
Mi hora no está en el reloj...
¡Me quedé fuera del tiempo!...

4
Tarde, pronto, ayer perdido...
mañana inlogrado, incierto
hoy... ¡Medidas que no pueden
fijar, sujetar un beso!...

5
Un kilómetro de luz,
un gramo de pensamiento...
(De noche el reloj que late
es el corazón del tiempo...)

6
Voy a medirme el amor
con una cinta de acero:
Una punta en la montaña.
La otra..., ¡clávala en el viento!

 

PRECIO

Toda la vida estaba
en tus pálidos labios...
Toda la noche estaba
en mi trémulo vaso...

Y yo cerca de ti,
con el vino en la mano,
ni bebí ni bese...

Eso pude: Eso valgo


EL NIÑO QUIERE JUGAR...

Para que el niño de los ojos mansos juegue
arranqué del jardín mis rosas blancas.
Y mis rosas rojas...

Para que juegue con sus hojas
el niño de los ojos mansos
-obscuros remansos
donde el alma sueña
que se ve otra vez
diáfana y risueña...-

Para que juegue el niño
de cuello de encaje, de capa de armiño...
Como todos los niños
que se ven en los cuadros:
¡Inocente y cruel como todos los niños !...

En esta mañana de luz y fragancia
corté para el juego del niño que amo
las más frescas rosas, las rosas de Francia.
Para que el niño juegue, las rosas mas blancas...
- ¡Última blancura! -:
la rosa más pura.

Para que juegue el niño
en esta brillante mañana olorosa,
la rosa más roja...

(¡Aun tengo sangre para teñir una rosa!...)

 

LA MUJER DE HUMO

Hombre que me besas,
hay humo en tus labios.
Hombre que me ciñes,
viento hay en tus brazos.

Cerraste el camino,
yo seguí de largo;
alzaste una torre,
yo seguí cantando...

Cavaste la tierra,
yo pasé despacio...
Levantaste un muro
¡Yo me fui volando!...

Tu tienes la flecha:
yo tengo el espacio;
tu mano es de acero
y mi pie es de raso...

Mano que sujeta,
pie que escapa blando...
¡Flecha que se tira!...
(El espacio es ancho...)

Soy lo que no queda
ni vuelve. Soy algo
que disuelto en todo
no está en ningún lado...

Me pierdo en lo oscuro,
me pierdo en lo claro,
en cada minuto
que pasa... En tus manos.

Humo que se crece,
humo fino y largo,
crecido y ya roto
sobre un cielo pálido...

Hombre que me besas,
tu beso es en vano...
Hombre que me ciñes:
¡Nada hay en tus brazos!