Siete curiosidades de “El almuerzo de los remeros”, de Pierre-Auguste Renoir
1 – Es la última de las obras de Renoir que se inscribe dentro del impresionismo.
Así, este la inició en 1880 –sin saber, por cierto, si su mala situación económica le permitiría desarrollarla- y la completó al año siguiente. Luego se centró en técnicas más afines a los grandes clásicos.
2 – La pintura combina figuras, bodegones y paisajes en una sola obra.
Así, tenemos un río (las barcas apenas se ven), un bodegón y, destacando sobre todo, distintas figuras ataviadas a la moda. Por cierto, el lugar representado es el restaurante Fournaise, en la isla de Chatou, a orillas del Sena. Uno de los destinos favoritos de los parisienses de la época.
Autorretrato de Renoir (1876)
3 – Entre las figuras está la novia de Renoir.
Esta es la costurera Aline Charigot, que aparece abajo a la izquierda, sosteniendo a su perrito, iluminada por un rayo de sol. Renoir se casó con ella al año siguiente de terminar el cuadro. Según los biógrafos del pintor, la pareja vivió un matrimonio muy feliz.
4 – Varias de las figuras representadas son conocidos de Renoir.
Así, en el centro del cuadro, de espaldas, aparece su amigo Raoul Barbier, hablando con una joven sonriente, Alphonsine (la hija de los Fournaise, los propietarios del local). El hermano de ella aparece a la izquierda, de pie y en camiseta. En cuanto a la muchacha que bebe en el centro es Ellen Andrée (modelo también de artistas como Manet o Gervex). Igual están el pintor y mecenas Gustave Caillebotte (a la derecha, con camisa blanca), que habla con la actriz Angéle Legault y el periodista Adrien Maggiolo. Finalmente, el rico historiador de arte y coleccionista Charles Ephrussi es el hombre que aparece al fondo con un sombrero de copa.
5 – Asombran su luz, sus contrastes y, por supuesto, la técnica de Renoir.
De hecho, las camisetas blancas de los dos hombres que hay en primer plano, junto al mantel de la mesa, permiten reflejar esa luz y dirigirla a toda la composición. El conjunto es, como dicen los críticos, de “brillantez impresionista”, “con paleta de arco iris y pincelada rápida y nerviosa”, y negros que se ven de un color azul.
Embarque para Citérea (o Peregrinación a la isla de Citera) (1717)
6 – Según algunos críticos, representa la juventud y la búsqueda del amor.
Así, podría verse como una versión moderna del Embarque para Citerea (1717), de Watteau. También dicen que se inspira en Las bodas de Caná (1563), de Veronese,
7 – Se conserva en Washington D.C., dentro de la Colección Phillips.
Tras ser expuesta en la séptima exposición impresionista pasó al marchante Durand-Ruel, que la fue presentando por distintas ciudades. Finalmente, en 1923 la adquirió, por 125 mil dólares, el coleccionista Duncan Philips.