sábado, 27 de abril de 2024 00:03h.

La cerveza. Una bebida con larga historia

¿Sabías que en la antigüedad sumerios y egipcios vincularon la cerveza con dos de sus diosas? ¿Y que estas contaban con sus propias sacerdotisas? ¿O que en el código de Hammurabi se establecía pena de muerte para quien adulterara la bebida o engañara en sus precios? Hoy contamos estos datos, y algunos más, de la larga historia de la cerveza.

Pintura egipcia en donde una mujer sirve cerveza
Pintura egipcia en donde una mujer sirve cerveza

La palabra “cerveza” procede del latín, cervesia, igual que la inglesa “beer” viene de bibere (beber). Dos circunstancias que podrían hacer pensar que su origen está en el ámbito romano, cuando, en realidad, fue muy anterior.

Se dice que los primeros en elaborarla fueron los chinos, hacia el 7000 antes de Cristo, aunque fueron los sumerios en Mesopotamia quienes la hicieron popular. Así en Sumer se encuentran, hacia el 4000 antes de Cristo recipientes de cerámica en donde queda de manifiesto que esta formaba parte de la dieta diaria, algo que corroboran también las pinturas halladas y algunos textos literarios. Por ejemplo, en el poema Inanna y el Dios de la sabiduría las deidades aparecen bebiendo cerveza, al igual que Gilgamesh en la epopeya que lleva su nombre. Ahora bien, es sin duda el Himno a Ninkasi uno de los testimonios más importantes de su historia, pues no solo es una canción de alabanza a la considerada diosa de la cerveza, también ofrece la receta para su elaboración.  

Uno de los documentos más antiguos mencionando la cerveza “alulu”. Procedente probablemente del sur de Irak, hacía el 3100-3000 antes de Cristo. Fuente: Museo Británico

En Sumer, de hecho, la cerveza se consideraba un regalo de los dioses y las sacerdotisas dedicadas a Ninkasi las primeras que la elaboraron. De hecho, cuando, tiempo después Babilonia puso en marcha el Código de Hammurabi tenía esta tal importancia social que se incluyeron artículos para legislar su venta, imponiendo castigos a quienes estafaran en sus precios o medidas –tan drásticos como el de morir ahogados- y a las mujeres consagradas a la cerveza que no respetaran su credo. Por ejemplo, se les prohibió, con penas terribles, abrir tabernas o beber en ellas, como puede verse en el parágrafo 110: “Si una ‘hermana de un dios’ abre una taberna o entra en una taberna para beber, entonces esta será quemada hasta la muerte”.

También los egipcios tuvieron su propia diosa de la cerveza, Tenenet (la bebida se llamaba tenemu). En su mitología se decía que había sido Osiris quien había enseñado a los humanos a elaborar el líquido. Como en Mesopotamia, las cerveceras eran mujeres, si bien tras un tiempo empezaron a encargarse de ello los hombres. Su uso estaba tan extendido que cuando la reina Cleopatra VII (69-30 a. de C.) decidió implementar un impuesto sobre su consumo (el primero en la historia) para evitar la embriaguez pública –aunque el objetivo real era sufragar su guerra con Roma- perdió mucha popularidad entre su pueblo.

Figuritas de madera ilustrando el proceso de elaboración de la cerveza en Egipto (Museo Egipcio en San José, California)

Desde Egipto la cerveza viajó a Grecia (como demuestra el hecho de que la palabra griega para designarla, zythos, proceda del egipcio zythum) y Roma, pero en ninguna de las dos obtuvo tanta popularidad como el vino. De hecho, la cerveza se consideró para muchos una bebida de clase baja propia de bárbaros, como demuestra este testimonio del historiador Tácito: “los teutones tienen un brebaje horrible fermentado de cebada o trigo. Un brebaje que tiene una similitud muy lejana al vino”. También el emperador Juliano opinaba lo mismo, pues en uno de sus poemas, aseguraba que mientras el vino tenía un aroma a néctar, el olor de la cerveza era “como el de una cabra”, opiniones estas que, sin embargo, no evitaron su elaboración, pues igual había partidarios de ella.

Por cierto, que Tácito se refería a la cerveza del territorio de la actual Alemania, en donde ya se elaboraba la bebida desde, al menos, el año 800 antes de Cristo, como demuestran las muchas jarras destinadas a su consumo que aparecieron en una tumba de Kasendorf (Baviera). Y aunque al principio también fue aquí su elaboración un oficio propio de mujeres, con la Edad Media se produjo un cambio y empezaron a ser los monjes cristianos los principales encargados de producirla. De hecho, es en Baviera, en la abadía de Weihenstephan, donde está la planta cervecera en activo más antigua del mundo, tras mil años de existencia. Es más, fue Alemania el lugar que dio a primera ley europea sobre la cerveza, la Reinheisgebot (ley de la pureza) de 1516, estableciendo su elaboración a partir de agua, cebada y lúpulo.  

La abadía de Weihenstephan en un dibujo realizado por Michael Wening hacia el año 1700

En esas fechas ya se había extendido la bebida por gran parte de Europa, sobre todo en el norte, pues, como pasaba con el vino, se consideraba menos peligrosa que el agua, al no ser esta siempre potable. A España llegó después de que el emperador Carlos I se pusiera en 1516 al frente del reino y, siguiendo sus costumbres, decidiera instalar una corte de maestros cerveceros. Esto fue también lo que llevó a que con el tiempo se extendiese por Latinoamérica, formando así parte de sus hogares y establecimientos.