sábado, 27 de abril de 2024 00:00h.

De cuando ‘Noche de paz’ permitió detener durante algunas horas la Primera Guerra Mundial

Este 24 de diciembre se cumple el aniversario de la “Tregua de Navidad” de 1914, momento en que, en algunas líneas del frente, los combatientes decidieron no atender a los altos mandos y acordar una paz temporal. Así, durante unas horas estos se olvidaron del dolor y la violencia y confraternizaron con sus enemigos, cantando juntos villancicos, hablando e incluso intercambiándose obsequios
Tregua de Navidad
Tregua de Navidad

Fue en la Nochebuena de 1914, en las trincheras del campo de Ypres (Bélgica). Hacía solo cinco meses del inicio de la guerra y los soldados, rodeados por una densa niebla, aguardaban el momento de reiniciar el combate. Pocas horas atrás británicos y alemanes habían entablado un feroz enfrentamiento y los muertos de ambos bandos yacían en el campo. Entonces, de repente, los germanos iniciaron una canción que sus adversarios enseguida reconocieron: era “Noche de Paz”. Los ingleses respondieron entonces, cantando la letra en su idioma, y al terminarla, continuaron con nuevos villancicos.

Poco después, al contemplar lo sucedido, un oficial alemán se presentó ante los británicos con las manos en alto para acordar una noche de paz que permitiera enterrar a los muertos. Acababa de empezar la histórica “Tregua de Navidad”.

Una de las imágenes de la "Tregua de Navidad"

Así lo narran historiadores como Stanley Wentraub, avisando de que aquellas treguas no eran entonces tan extrañas. A veces los soldados de los países enfrentados se olvidaban de la guerra, hablaban de fútbol, comentaban banalidades en torno al clima y narraban cualquier cuestión que pasara por su mente. A veces, incluso, cantaban, y dedicaban las canciones en tono de burla a sus adversarios. Pero, pese a tales precedentes, lo cierto es que lo sucedido esa Navidad fue algo especial. Ese 24 de diciembre todos apartaron sus fusiles y comenzaron a mezclarse entre sí. Los alemanes ubicaron en las trincheras velas e improvisados árboles de Navidad; y poco después soldados de los dos bandos compartían su comida y tabaco, llegándose a hacer pequeños obsequios. Como explica uno de esos combatientes, Bruce Bairnsfather: “No me hubiera perdido esa única y extraña Navidad por nada... Vi a un oficial alemán, una especie de teniente, creo, y siendo un poco coleccionista, le insinué que me había enamorado de alguno de sus botones... Saqué mi corta alambres y, con algunas tijeras hábiles, saque un par de sus botones y los puse en mi bolsillo. Luego le di dos míos a cambio... Lo último que vi fue a uno de mis ametralladores, que era un poco peluquero aficionado en la vida civil, cortándole el pelo anormalmente largo a un dócil boche, que estaba pacientemente arrodillado. En el suelo mientras la máquina automática se deslizaba por la parte posterior de su cuello”.

La tregua no se dio solo allí. Hubo en otros puntos episodios similares y en algunos, incluso, la paz se mantuvo hasta el año nuevo. Para gran disgusto de los altos mandos, que de inmediato ordenaron silenciar lo sucedido, temiendo los efectos que ello podría tener en la opinión pública. No tuvieron suerte: el 31 de diciembre la prensa reveló el episodio y, ocho días después, el Daily Mirror publicó en su portada algunas fotografías del mismo, desatando así una ola de críticas por parte de periodistas, políticos y ciudadanos que no entendieron el porqué de que esos soldados necesitaran hacer algo así.  

Portada del Daily Mirror dando cuenta de la "Tregua de Navidad"

En los años siguientes hubo intentos para repetir esas celebraciones, pero, en esa ocasión, no fue posible. Los horrores que habían vivido los soldados (relatados, poco después, en libros tan excepcionales como Sin novedad en el frente, de Erich Maria Remarque) imposibilitaron volver a esa situación de concordia y esperanza. Pero, al menos, aquellas horas de 1914 demostraron a muchos que incluso en un momento tan cruel era posible olvidar los odios, reír sin preocupaciones, sentir el calor humano y regresar, aunque fuera por un breve lapso de tiempo, al mundo en donde deseaban estar.

* Se dice también que hubo partidos de fútbol entre los dos bandos, aunque muchos investigadores relativizan estas aseveraciones. Sea como sea, la popularidad de este relato se debe en gran parte al escritor Robert Graves, oficial durante la guerra, que en 1962 publicó un texto narrando el partido que habría enfrentado a alemanes y franceses. Allí decía, además, que los primeros habían vencido por 3 a 2.