viernes, 26 de abril de 2024 02:12h.

La historia del cubo de Rubik, uno de los juegos más definitorios de los años ochenta

Entre los juguetes más habituales de los jóvenes de los años ochenta ocupa un lugar especial el cubo de Rubik. Todavía hoy, de hecho, sigue vendiéndose (se calcula que en la actualidad lo han manejado una de cada siete personas en el mundo). Hay tutoriales en youtube para resolverlo, campeonatos de “speedcubers” e incluso una película basada en su funcionamiento. Sin embargo, su creador Ernö Rubik (13 de julio de 1944) estuvo a punto de no poder venderlo.

Ernö Rubik creó en 1974 el cubo que le haría famoso, cuando era profesor de Artes Aplicadas en Budapest, con el único objetivo de que sus alumnos aprendieran mejor conceptos en torno al espacio y las tres dimensiones. Él mismo, de niño, había jugado fabricando modelos geométricos, así que decidió llevar su vieja afición mucho más allá. Estuvo varios meses probando distintas posibilidades, hasta conseguir un primer modelo formado por varios bloques de madera unidos con unas gomas elásticas. Cuando lo terminó, comprobó que, no solo se podían realizar numerosas combinaciones, también lo difícil que resultaba regresarlo al estado original.

Consciente de las posibilidades económicas del invento, al que llamó “Cubo mágico”, decidió contactar con la empresa Konsumex. Esperaba así sortear las restricciones estatales del bloque soviético y distribuirlo en el mundo occidental, pero no tuvo suerte, pues, pasado un tiempo, sus responsables le dijeron que los mercados internacionales no habían mostrado interés. Al saberlo, se desanimó. Solo tiempo después descubrió que le habían mentido, pues, en realidad, nunca llegaron a mostrar su cubo o a nadie.

Ernö Rubik rodeado de numerosos cubos de Rubik

Rubik, por suerte, conoció entonces a Tibor Laczi, un húngaro que trabajaba vendiendo ordenadores en la Europa occidental y a quien fascinaron las posibilidades del objeto. Fue él el responsable de que llegara al mercado capitalista y quien cambió para siempre el destino de su creador.

Distintos modelos del cubo de Rubik

Enseguida el juego –ya bajo el nombre de “cubo de Rubik”-, fue un éxito, para sorpresa del propio Ernö, quien pensó que, tal vez, estaba ofreciendo un rompecabezas demasiado desafiante. De hecho, su popularidad fue tan elevada, llegó a tantos hogares, que el cubo apareció en la portada de la revista Scientific American, en donde el Premio Pulitzer Douglas Hofstadter lo calificó como “una de las cosas más asombrosas jamás inventadas para enseñar ideas matemáticas”. Pronto, además, se publicaron libros explicando cómo resolverlo, se iniciaron campeonatos, aparecieron videojuegos inspirados en su funcionamiento e incluso en 1997 se hizo una película, Cube, siguiendo sus ideas.

El speedcuber Anssi Vanhala en 2009 durante la competición de cubo de Rubik con los pies 

Los años, pues, pasan y el invento sigue vendiéndose con éxito. En tiempos recientes, de hecho, se le ha dedicado un documental llamado Los speedcubers (puede verse en Netflix), como se denomina a los jugadores que compiten por resolverlo en el menor tiempo posible. Por cierto, el récord mundial de la categoría 3x3x3 lo estableció en 2018 el chino Yusheng Du al conseguirlo en 3,47 segundos. Su autor Ernö, por su parte, sostiene con orgullo que él puede terminarlo en un minuto. Como expresaba a The Guardian el pasado 2020: “probablemente en mi grupo de edad, soy uno de los mejores”.