viernes, 26 de abril de 2024 00:02h.

‘Desiderata’, el espiritual poema que busca la felicidad

Ha recorrido el siglo XX y parte del actual, y aunque se cree que su autor es el estadounidense Max Ehrmann, a fecha de hoy todavía no se puede afirmar con total seguridad. Pero, se adscriba a quien se adscriba, lo cierto es que el poema Desiderata (en español, “cosas deseadas”) forma parte de la cultura de numerosos países. Tanto que, para varias generaciones, ha constituido toda una lección de vida. Hoy lo recordamos.

Durante los años 60 y 70 fue uno de los poemas más aclamados del movimiento hippie. Aquellos jóvenes de larga melena y ropas coloridas lo repartían, lo leían en sus reuniones y decoraban con sus frases las paredes. Formaba parte de sus vidas, al igual que los discos de The Beatles, The Rolling Stones, The Doors, Janis Joplin o Jefferson Airplane. Algunos, incluso, lo llegaron a contemplar como un faro en su vida, un impulso que les llevaba a actuar con mayor armonía ante el mundo y a ser mejores con los demás (así lo reconoció, hace algunos años, el mismísimo Morgan Freeman). Fue, de hecho, tanto su éxito que en 1971 el locutor de radio y presentador Les Crane ganó un premio Grammy tras haberlo grabado en disco. Esa era la magia del poema, capaz de traer el optimismo, animando a sus lectores y oyentes a ser tolerantes y felices pese a las farsas, penalidades y sueños fallidos.

La importancia histórica de Desiderata está, pues, fuera de toda duda. Pero eso no significa que sea fácil desentrañar sus orígenes. Hoy día se considera como autor al escritor, filósofo y abogado estadounidense Max Ehrmann (1872-1945), pues fue él quien en 1927 lo registró y lo publicó con su nombre. Sin embargo, el hecho de que no lo reclamara cuando empezaron a circular numerosas copias de su obra sin su nombre acabó jugando en su contra. Y es que la fuerza motivadora de sus palabras impulsaba a muchos a difundirlo (por ejemplo, se repartió entre los soldados estadounidenses de la Segunda Guerra Mundial).

Tiempo después, en 1959, un reverendo llamado Frederick Kates, rector de la Iglesia de Saint Paul en Baltimore, Maryland, decidió repartir también distintas copias a sus fieles e incluir en ellas la fecha de fundación del edificio, 1692, provocando que muchos consideraran aquel año como el de la composición del texto. Es más, hoy todavía algunos defienden esto, y hasta dicen que el poema original formaba parte de los muros de esta iglesia, acusando a Ehrmann de haber hecho simplemente una traducción. Por todo ello, cuando Robert L. Bell compró en 1967 los derechos del texto a la familia de Ehrmann, se vio en la necesidad de iniciar algunas disputas legales para obtener beneficios por su uso.  

Sin embargo, estas cuestiones, no son en realidad importantes. No en vano, este es uno de esos textos que logran independizarse de su creador para pertenecer al mundo. Por su mensaje, su optimismo, su lección de vida y, también, porque enseña a ser más tolerantes, no solo con el prójimo, también con nosotros mismos.

DESIDERATA

Camina plácido entre el ruido y la prisa,
y recuerda la paz que se puede encontrar en el silencio.

En cuanto te sea posible y sin rendirte,
mantén buenas relaciones con todas las personas.

Enuncia tu verdad de una manera serena y clara,
y escucha a los demás,
incluso al torpe e ignorante,
también ellos tienen su propia historia.

Evita a las personas ruidosas y agresivas,
ya que son un fastidio para el espíritu.

Si te comparas con los demás,
te volverás vano o amargado
pues siempre habrá personas más grandes y más pequeñas que tú.

Disfruta de tus éxitos, lo mismo que de tus planes.
Mantén el interés en tu propia carrera,
por humilde que sea,
ella es un verdadero tesoro en el fortuito cambiar de los tiempos.

Sé cauto en tus negocios,
pues el mundo está lleno de engaños.
Pero no dejes que esto te vuelva ciego para la virtud que existe,
hay muchas personas que se esfuerzan por alcanzar nobles ideales,
la vida está llena de heroísmo.

Sé tú mismo,
y en especial no finjas el afecto,
y no seas cínico acerca del amor,
pues en medio de todas las arideces y desengaños,
es perenne como la hierba.

Toma amablemente el consejo de los años,
abandonando con donaire las cosas de la juventud.

Cultiva la firmeza del espíritu
para que te proteja de las adversidades repentinas,
mas no te agotes con pensamientos oscuros,
muchos temores nacen de la fatiga y la soledad.

Más allá de una sana disciplina,
sé benigno contigo mismo.
Tú eres una criatura del universo,
no menos que los árboles y las estrellas,
tienes derecho a existir,
y sea que te resulte claro o no,
indudablemente el universo marcha como debiera.

Por eso debes estar en paz con Dios,
cualquiera que sea tu idea de Él,
y sean cualesquiera tus trabajos y aspiraciones,
conserva la paz con tu alma
en la bulliciosa confusión de la vida.

Aún con todas sus farsas, penalidades y sueños fallidos,
el mundo es todavía hermoso.
Sé alegre.
Esfuérzate por ser feliz.