miércoles, 24 de abril de 2024 00:01h.

Johnny Cash, camino a la redención. Canciones, drogas y Dios

Hoy se cumplen 18 años de la muerte de Johnny Cash, el autor que se atrevió a retratar en sus canciones el lado más marginal de la sociedad estadounidense. El hombre que cantó a los pobres y a los oprimidos; que quiso dar un mensaje de compasión y resiliencia; y que vivió constantes infiernos personales a causa de las drogas. El hombre que, al final, entendió su música como un camino de salvación. Para sus oyentes y para sí mismo. 

Johnny Cash siempre rechazó ir por el lado fácil de la vida. Quizá porque ya de niño aprendió que las cosas no resultaban sencillas. Tanto él como sus hermanos, que abandonaron rápido sus estudios para poder ayudar a sus padres en el trabajo, supieron enseguida que eran las carencias. Y, desde muy pronto, trabajaron en los campos de algodón de los padres, en la casa y en las fábricas y talleres cercanos. También, después de que les llegara la tragedia, un día de 1944 en que su hermano Jack, de 15 años, fue arrastrado por una sierra de cabeza giratoria en el molino en el que trabajaba. Algo que Johnny nunca olvidó y que le hizo sentir para siempre ese complejo de culpa que a veces acompaña a los supervivientes.

En esos años se refugió en la música y la religión, ambas, por influencia de su madre, que entonces cantaba en la Iglesia. Luego, sin embargo, ya transitó caminos más oscuros y violentos, antes de sumarse, como muchos jóvenes norteamericanos de su posición social, al ejército. No hizo, sin embargo, carrera. Y acabó trabajando, ya casado y con hijos, como vendedor ambulante de equipos electrónicos.

Fue entonces cuando conoció a Sam Phillips, que quedó impresionado por su voz y por el contenido de sus letras, tan alejadas de los tópicos del momento. Y es que en ellas Cash se identificaba, no con las grandes estrellas ni con los ricos que habitaban mansiones inalcanzables, ni siquiera con las clases medias que tenían una vida tranquila y acomodada, sino con los desfavorecidos. Con quienes venían del campo y pasaban hambre cuando las cosechas no eran buenas, con quienes trabajaban en las industrias por un mínimo salario, con los indios nativos que sufrían los prejuicios y, en general, con los pobres, marginados y encarcelados. Ellos eran los que, a su parecer, merecían una canción.

Pero el lado oscuro de Cash también sobrevivió en esos años. Y, por eso, con los éxitos y las giras llegaron también las drogas. Ese es uno de los motivos por los que se divorció de su esposa, que veía que era imposible parar tanto abuso. Aunque, por supuesto, el principal motivo de divorcio fue el hecho de que Cash se enamorara de June Carter, una talentosa cantante a la que había conocido durante sus giras y que tras muchas insistencias le correspondió. Ella fue la que más le ayudó para escapar de ese infierno personal. Y la mujer a la que dedicó su más puro amor. Como él mismo dijo, en el año 2000, al recordar su vida juntos: "Ella me ama a pesar de todo, a pesar de mí mismo. Ella me ha salvado la vida más de una vez (…) y ciertamente, me ha hecho olvidar el dolor durante mucho tiempo, muchas veces".

Johnny Cash y June Carter 

Luego llegaron algunos éxitos más hasta que se iniciaron los años ochenta y Cash, por el cambio que entonces experimentó el mundo de la música, no tuvo claro qué rumbo seguir. Y hasta hizo canciones indignas, como ese “Chicken in black” en que se autoparodiaba (y que acompañó de un video musical esperpéntico). Pero, igual, siguió cantando sus viejas canciones, propagando sus ideas de fe y cantando a los desesperados. Hasta que en sus últimos años sacó un álbum tan asombroso como The Man Comes Around, en donde versionó una canción de Nine Inch Nails, “Hurt”, que acabó convirtiéndose en una de sus más maravillosas interpretaciones. Fue, además, el tema con que se despidió del mundo, gracias, en buena parte, al video clip que rodaron para la canción y que ofrece una emocionante sucesión de imágenes en que se ofrece el contraste del joven y carismático Cash con el enfermo y casi postrado del 2002. En él aparece también su esposa June, que moriría poco después, en mayo de 2003, fecha en la que Cash se quedó sin ganas de continuar su lucha. En su última aparición pública dijo: “El espíritu de June Carter me eclipsa esta noche con el amor que sentía por mí y el que sentía yo por ella. Conectamos en algún lugar entre aquí y el cielo. Bajó a hacerme una corta visita, creo, desde el cielo para darme coraje e inspiración. Como siempre hizo”. El 12 de septiembre falleció. Después de toda una vida tratando de obtener el perdón y narrar el lado menos radiante de su país. Y sin haber dejado nunca los tonos oscuros de sus ropas. Porque, como decía en “Man in black”, solo dejaría de vestir de negro cuando el mundo fuera un lugar mejor:

“Llevo el negro por los pobres y apaleados
Que viven en el lado hambriento y desesperado de la ciudad (…)
Lo llevo por los ancianos enfermos y solos
Por los imprudentes a quien una mala dosis dejó secos

Llevo el negro en luto por las vidas que podrían haber sido
Cada semana perdemos a cien buenos jóvenes
Y lo llevo por los miles que han muerto
Creyendo que Dios estaba de su lado.

Lo llevo por otros cien que han muerto
Creyendo que nosotros estábamos de su lado”.

Y es que esta es la canción que mejor define a Cash. Porque él creyó que la salvación personal solo podía llegar con la de todos los demás. Ese fue su mensaje de redención. Esa era su forma de obtener el perdón y de animarse para dejar atrás los momentos oscuros de su vida. Y, por todo ello, sus canciones acabaron simbolizando la resiliencia y la compasión. Sí. Es verdad que no siempre consiguió sus objetivos, pero de lo que no hay duda es de que libró una lucha constante para ser alguien mejor. Y eso, muchas veces, es suficiente.