jueves, 14 de noviembre de 2024 00:01h.

Jules Breton, el pintor de la belleza rural

Jules Breton
Jules Breton

El pintor francés Jules Breton (1827-1906) conoció desde niño el ámbito rural. Su padre, Marie-Louis Breton trabajaba las tierras de un potentado terrateniente, así que su infancia transcurrió de acuerdo a los tiempos y ritmos del mundo tradicional. A veces, lo dibujaba, y demostraba que tenía una especial habilidad para ello. De hecho, cuando, a los 15 años, vio sus obras el pintor Félix de Vigne, de la Real Academia de Gante, este se sorprendió por su talento, así que convenció a su familia de que a Jules le convenía estudiar arte. Su padre hizo caso, y así, empezó a formarse con profesores como de Vigne y Henri van der Haert o, más tarde, Gustaf Wappers y Michel Martin Drolling.

Empezó haciendo cuadros históricos, siguiendo la moda de su tiempo, pero, como no se sentía a gusto con el género, decidió cambiar totalmente los temas y pintar ámbitos más sentidos y personales. Para ello, viajó a su infancia, a ese mundo del campo, al de los trabajadores que laboraban la tierra. Y comenzó a retratarlo, a veces exponiendo la pobreza de las clases bajas, pero pasándolo todo por el tamiz especial de sus primeros años para ofrecerlo siempre bello.


Autorretrato (1895)

Desde muy pronto esos cuadros tuvieron gran éxito. Al público le fascinaron sus juegos de luz, el realismo de los personajes, la distribución de las figuras, el detalle de sus ropas… Ese mundo perfecto, en definitiva, de colores de ensueño que pese a pintarse tan realista, estaba profundamente idealizado. Entre sus seguidores estuvo el mismo Van Gogh, que un día de 1880 incluso decidió hacerle una visita. Así, viajó hasta su casa, tras recorrer varias horas y, al llegar a su puerta, se detuvo. Y allí se quedó. No se atrevió a llamar y regresó totalmente frustrado.

Breton no solo se dedicó a la pintura también escribió un libro de poemas llamado Jeanne y varias obras en prosa donde relataba su vida y la de otros artistas. Sin embargo, son sus cuadros los que han subsistido. Obras de arte que sigue siendo un gusto contemplar.


Las espigadoras (1854)


Chica con un rastrillo (1859)

Las escardadoras (1860)

Volviendo de los campos (1871)



Joven tomando cerezas (1876)

El canto de la alondra (1884)


Merienda en la hierba (1885)


El fin de la jornada de trabajo (1886-1887)

Love tokens


La estrella del pastor (1887)

Las últimas flores (1890)