viernes, 29 de marzo de 2024 00:02h.

El amor de Edgar Allan Poe y la poetisa Frances S. Osgood

Edgar Allan Poe (1809-1849) siempre demostró ser un crítico especialmente duro en sus reseñas literarias y conferencias, siendo muy pocos los poetas que escaparon de sus dardos. Sin embargo, hubo una poetisa a la que no solo alabó públicamente sus versos, también, parece, se enamoró de ella: Frances Sargent Osgood (1811-1850). Esta es su historia.

Edgar Allan Poe y Frances Sargent Osgood
Edgar Allan Poe y Frances Sargent Osgood

Fue en febrero de 1845 en la ciudad de Nueva York. Edgar Allan Poe, ante un nutrido público, impartió una conferencia en donde se mostró implacable con la, a su parecer, baja calidad de la poesía estadounidense. Solo hizo una excepción, Frances Sargent Osgood, la autora de algunos de los versos más leídos de esos años y a quien el autor de “El cuervo” nombró augurando un futuro prometedor. La prensa, por supuesto, destacó estas palabras –además de las críticas que había dedicado a otros autores, sobre todo, a Henry Wadsworth Longefellow- y desde entonces aún hubo más lectores interesados en la obra de la poetisa.

En aquel momento, parece ser, todavía Poe y Frances no habían coincidido, pero estaban a tan solo unos días de vivir su primer encuentro. Fue, probablemente, durante el mes de marzo, en el transcurso de una de las veladas literarias que organizaban sus amigos comunes. Ella estaba en ese momento separada de su marido, Samuel Stillman Osgood, y Poe, vivía con pena la enfermedad de Virginia Clemm, con quien se había casado en 1835. Sin embargo, cuando conoció a Frances, se sintió totalmente atraído por ella. Dicen que porque vio en ella los años de bienestar de su pareja, pues ambas tenían un carácter similar, vivaz, inquieto y un tanto infantil. Tanto que, desde entonces, se esforzó en las veladas, leyendo sus obras con esmero, atento a sus miradas. Algo de lo que daría cuenta la misma Frances, quien, en carta a su conocida Sarah Helen Whitman, escribiría en esas fechas: “Me encuentro con el Sr. Poe muy a menudo en las recepciones (…) Sus historias resultan maravillosas, y escucharlo repetir el Cuervo –lo hace en voz muy baja- es un acontecimiento para la vida de cada uno nosotros. La gente parece pensar que hay algo raro en él, y se cuentan las historias más extrañas (…) ¡Su sonrisa es cautivadora!…. Todo el mundo quiere conocerlo; pero sólo unas pocas personas parecen conocerlo bien”.


Daguerrotipo de Edgar Allan Poe tomado en 1848 por W. S. Hartshorn

Pronto los encuentros empezaron a ser más cercanos. Se carteaban e intercambiaban versos, dando así lugar a una relación –hay dudas sobre si fue platónica o no- que trataron de llevar en secreto. A ella dedicó entonces Poe su “A Valentine”*, en donde se podía leer completo el nombre de Frances si se seguía el siguiente esquema: primera letra del primer verso, segunda letra del segundo, tercera del tercero… y así sucesivamente.

Cuando en septiembre de 1846 Poe reseñó el libro de Frances A Wreath of Flowers en el Godey’s Lady’s Book, este dijo que mostraba “un profundo sentimiento y un gusto exquisito”, asegurando que, como autora, merecía una mayor difusión. Reforzando así, pues, su convicción por su talento. Además, la presencia de Frances le parecía ir bien a Poe, pues se apartó de la bebida y se esforzó por cuidar sus hábitos, convencido de que así ella le aceptaría mejor. Su esposa Virginia notó el cambio, más aún, tras comprobar cómo Poe la invitaba regularmente a su propia casa, en donde los tres solían pasar la velada. Y todo indica que cuando finalmente descubrió que su marido estaba enamorándose de Frances, no hizo nada. Algunos biógrafos incluso van más allá al considerar que Virginia aceptó totalmente la relación, quizá, por sentirse culpable por su situación o, también, porque sabía que no le quedaba mucha vida y quería dejar a su esposo en una buena situación. En cualquier caso, le gustaba ver que Edgar había dejado de emborracharse y se mostraba de nuevo alegre.


El único retrato que se ha conservado de Virginia Clemm Poe

Sin embargo, todo se torció cuando empezaron a circular por la ciudad los rumores de adulterio en torno a la pareja. Difusión en la cual tuvo mucho que ver otra poetisa, Elizabeth F. Ellet, quien no mucho tiempo atrás había tratado de seducir, sin éxito, a Poe. De hecho, esta le llegó a dar cuenta de sus sospechas directamente a Virginia e incluso llegó a asegurar a distintas personas –cosa poco probable, según los biógrafos- que la hija que Frances había tenido en julio de 1846 era del mismísimo poeta.

Al final, ante las muchas historias que circulaban y empañaban sus nombres, la pareja se separó, casi a la par del triste fallecimiento de Virginia. Poe volvió entonces a sus viejos hábitos alcohólicos y aunque pareció recuperarse en compañía de un antiguo amor de juventud, en 1849, totalmente arruinado, murió. Frances, mientras tanto, se reconcilió con su esposo y se trasladó a Filadelfia para dejar atrás los escándalos. Allí seguiría escribiendo poesía, fiel a su estilo, sentimental y sincero, algún tiempo más, antes de caer enferma de tuberculosis. Fallecería en 1850.

* Incluimos el poema "A Valentine" a continuación, señalando en negrita la letra correspondiente de cada verso.

A VALENTINE (Edgar Allan Poe)

For her this rhyme is penned, whose luminous eyes,
Brightly expressive as the twins of Loeda,
Shall find her own sweet name, that, nestling lies
Upon the page, enwrapped from every reader.
Search narrowly the lines!—they hold a treasure
Divine—a talisman—an amulet
That must be worn at heart. Search well the measure—
The words—the syllables! Do not forget
The trivialest point, or you may lose your labor!
And yet there is in this no Gordian knot

Which one might not undo without a sabre,
If one could merely comprehend the plot.
Enwritten upon the leaf where now are peering
Eyes scintillating soul, there lie perdus
Three eloquent words oft uttered in the hearing
 Of poets, by poets—as the name is a poet’s, too.
 Its letters, although naturally lying
 Like the knight Pinto—Mendez Ferdinando—
 Still form a synonym for Truth—Cease trying!
 You will not read the riddle, though you do the best you can do.