Muere el académico y escritor Javier Marías a los 70 años
El escritor y miembro de la RAE, varias veces propuesto para recibir el Premio Nobel de Literatura, ha fallecido hoy a los 70 años a consecuencia de una neumonía. Ha sido uno de los más grandes escritores que ha dado la literatura española del último siglo.
Javier Marías era un escritor exigente. Tanto consigo mismo como con los demás autores. Incluso, con sus lectores. Sabía que muchos lo veían como un candidato perfecto para ganar el Nobel de Literatura, pero cuando le entrevistaban él afirmaba sentirse aún lejos de los grandes clásicos, sobre todo, de su querido Faulkner. Era, además, conocido por sus opiniones polémicas, que le llevaron a tildar de “ignorantes mercachifles” y “proxenetas” a los jefes de su antigua editorial, y a expresar abiertamente su rechazo hacia el género de la autoficción calificando a sus autores de perezosos y poco creativos.
Su ingreso, hace un mes, en el hospital por una afección pulmonar ya sorprendió y generó preocupación entre sus seguidores, pero el discreto silencio que se ha llevado respecto a su evolución ha hecho que la noticia de su muerte, a causa de una neumonía bilateral, haya resultado una sorpresa para muchos de ellos.
Con este triste suceso nos quedamos sin uno de los más grandes escritores españoles del último siglo, alguien que entendía su oficio de una forma tradicional y disfrutaba desarrollando sus personajes. También alguien que buscó siempre su independencia, para expresar su opinión sin camarillas ni mecenas. Por eso en 2012 generó cierto revuelo cuando rechazó el Premio Nacional de Narrativa, otorgado por el Ministerio de Cultura, recordando que jamás había recibido remuneración alguna “que procediera del erario público”. Y que no pensaba hacerlo jamás.
Javier, además, logró labrarse un nombre tras haber crecido con la constante comparación con su padre, Julián Marías, discípulo de Ortega y Gasset y uno de los grandes intelectuales del siglo XX. Y es que, desde la publicación de Los dominios del lobo (1971), su primera novela, demostró que tenía suficiente talento para no vivir del apellido. Luego llegaron grandes obras, como El hombre sentimental (1986, Premio Herralde), Todas las almas (1986, Premio Ciudad de Barcelona), Corazón tan blanco (1992, Premio de la Crítica de narrativa castellana), Mañana en la batalla piensa en mí (1994), Los enamoramientos (2011, por la cual rechazó el Premio Nacional de Narrativa), Berta Isla (2017), o la reciente Tomás Nevinson (2021). Se reveló igual como un articulista excelente, con gran éxito en su país, además de un muy buen traductor.
Su desaparición, hoy 11 de septiembre a los 70 años, nos deja, pues, sin una de las más originalísimas voces de las letras, alguien que con su estilo magnético e hipnótico supo combinar la excelencia literaria con el éxito comercial. Alguien que nos dejó su visión de la existencia, irónica, realista, tierna y muchas veces oscura. Como dijo en 2006, “la vida es un novelista muy malo; es caótico y ridículo”. Gracias por todo.